Adaptación gráfica: Alfonso Barragán
Me permitiréis una breve mirada al pasado.
De cuando apenas éramos un puñado de curiosos con hambre por las músicas más innovadoras, divertidas y experimentales.
Las que venían de fuera y las que crecían dentro. Las que se fueron, las que quedaron. Cientos de bandas y artistas han trazado cada año las líneas de su tiempo y con ellas, dibujaron la ciudad del futuro, esa que hoy podemos mirar desde la perspectiva que dan dos décadas, para poder encarar el porvenir sin miedo, alérgicos a la nostalgia.
El pacto que hicimos con Sevilla para darle una mirada independiente y lúcida, apoyando sus bandas, apoyando la creación, huyendo de los mercados, en contra de ellos la mayoría de las veces, sigue vigente. Nuestro compromiso con la creación de público y con la cultura de base sigue intacto.
Tener el público más exigente y más formado nos ha ayudado mucho a seguir siendo fieles a ese pacto.
Y así como entonces supimos que el festival era la mejor manera de encontrarnos (éramos pocos y hacía falta crear ese espacio) ahora sabemos que la mejor manera de seguir fieles a ese compromiso, en la Sevilla de hoy, ciudad de grandes eventos, es justo acabar con un festival en la ciudad de los festivales. Dejar que el gran hueco que deja Nocturama sirva para que otras y otros, los más jóvenes, los protagonistas de este nuevo tiempo, lo ocupen y dibujen la ciudad del futuro.
Acaba un festival, pero no Nocturama. Hemos mudado la trinchera allá donde más falta hace hoy y vamos a seguir trabajando para que Sevilla siga siendo motor, formando un público nuevo y creando nuevas bandas, nuevos encuentros. Ponemos nuestro legado al servicio de los colectivos que empiezan, los ciclos más extremos, las músicas menos complacientes, las nuevas generaciones. Al servicio de la libre creación y del derecho al acceso a la cultura. Porque creemos en la cultura, sin adjetivos. Ésa que siempre está soterrada por la cultura de masas, la cultura del ocio y los grandes eventos.
Nos colocamos para ayudar con nuestra fuerza y experiencia, junto a, que no delante de, esos nuevos y necesarios liderazgos para que tomen la ciudad y la hagan suya. Queremos formar parte del cambio apoyando a todo ese potencial que no encuentra su espacio en los mercados. Cultura de base. Al final siempre se trata de eso.
No es esta una edición para la nostalgia.
Es una celebración, no de lo que fuimos sino de lo que estamos a punto de ser.
Dejamos Nocturama en lo más alto. Despidamos como merece y abracemos con alegría la Sevilla que viene.
A todas y todos los que alguna vez tuvisteis que ver con este invento maravilloso: Gracias.
Seguimos.
David Linde.